T2 Trainspotting: Choose life y no la veas

T2 Trainspotting: Choose life y no la veas

Cuando anuncian que una de tus películas favoritas va a tener segunda parte 20 años después, pasas por todo tipo de sentimientos hasta que llega el gran día. Tan solo quieres que no perviertan el recuerdo mágico que guardas en tu memoria. Eso era lo único que le pedía a Danny Boyle y su T2 Trainspotting. Pero no ha podido ser. Tras hacerme la remolona para verla al oír las primeras críticas, ahora puedo decir claramente: choose life y no la veas. 

«Retorno digno, pero innecesario«. Carlos Boyero. «Fallida y herética«. Luis Martínez. «Juega con el público que fue fan de la primera«. Quim Casas. «No tiene otra razón de ser que un chute de nostalgia colectiva«. Roger Salvans. Y así podría continuar con la visión de los expertos sobre T2: Trainspotting. No sé si estaba cegada por todo lo que me despierta la cinta original, que no lo vi venir. Por mucho que las críticas no la acompañaran yo estaba convencida de que a mí sí me iba a gustar. El mismo director, los mismos actores y un reencuentro que hacía presagiar mucho y que al final ha sido nada.

La tarde prometía. Un día primaveral en Madrid, un paseo con amigos… y cine. Trainspotting 2 era la cinta escogida. Me prometí a mí misma poner todo de mi parte para salir de la sala con una sonrisa, pero fue imposible. Retrasar su visionado, como ya hice con La la land, esta vez no me salió bien. Todos los sentimientos que su predecesora me provocó, esta película ha sido incapaz de producirlos. ¿Nostalgia? Un poco. Pero ni siquiera los esfuerzos por hacernos recordar constantemente la primera parte fueron suficientes para salir del cine con anhelo de más.

¿Por qué? ¿Era necesario?

Mi respeto mayúsculo por Ewan McGregor hace que mi opinión no sea demoledora, pero aún así, no te recomendaría verla. Si Trainspotting te gustó, pensarás por qué han hecho esto. Si no te gustó, te regodearás en tu odio hacia la cinta. Porque en este caso se cumple el tópico de «segundas partes nunca fueron buenas» que otros grandes se han encargado de desmontar, pero que Boyle ha decidido cumplir a rajatabla. Unos cuantos efectos de locura, un poco de verborrea, unas imágenes enlazadas con otras cual videoclip, una historia sin contenido y unos actores a los que les pesa el paso de los años para dar vida a quienes un día fueron desfasados jóvenes adictos.

Probablemente la explicación de T2 Trainspotting no sea más que el hecho de movilizar a quienes fueron (o somos) auténticos fans de la película y que ansiaban nuevas historias. El problema es que ahora no había nada que contar. Y mientras se llenan los bolsillos con la taquilla de la cinta, se vacían las esperanzas de que pudiera salir algo bueno de ahí.

La estética busca rememorar la vida paralela que los cuatro protagonistas vivían 20 años atrás cuando las drogas, el alcohol y el sexo eran los tres pilares de su vida. Una vida destruida que era difícil que se mantuviera. Ahora están de vuelta, cada uno a su manera. Pero es difícil comprender a qué se debe este reencuentro, ciñéndome estrictamente al guión. Todo está cogido con pinzas. Es como si se hubieran puesto de acuerdo para fabricar algo atendiendo a un cuándo sin tener en cuenta demasiado bien por qué.

trainspotting

Choose life

Elige vida. Elige cualquier cosa que te rodee, excepto perder tu (probablemente) valioso tiempo en esta cinta. Quizás sea tan cruel porque cuando más esperas y menos recibes, más te molestas y menos te callas. Y así. Con esta proporción he llegado a calificar esta secuela como un suspenso porque no ha cumplido las expectativas ni mucho menos. Tiene ráfagas, pequeños instantes que te harán esbozar una sonrisa o suspirar con añoranza. Pero 117 minutos no se sostienen con estos breves momentos.

Es una pena, pero es lo que hay. Espero que pase pronto esta racha de escasez de ideas en el cine, que lleva a los profesionales a embarcarse en adaptaciones de libros o infinitas secuelas de originales que han triunfado. O, al menos, que pase antes de que acaben con los buenos recuerdos de esas cintas de culto que pasaron a la historia. Eso sí, hay algunas películas que una mala segunda parte, por mucho que se empeñe, no solo no será capaz de borrar, sino que hará que crezca aún más la pasión por ella.  ¿Es esa Trainspotting?

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