Black Mirror es una nueva mirada a todo lo que probablemente nos rodee en un futuro no demasiado lejano. Inquietante. Tras ver algunos capítulos me surge una duda, ¿dónde marcaremos los límites a la tecnología?
Cuando una serie te hace reflexionar sobre tu vida y la sociedad que te rodea es una señal inequívoca de que han traspasado la frontera del simple entretenimiento. Cada episodio que veo de Black Mirror, ya sea de una temporada u otra, me deja tan perpleja como el anterior. Y no solo por la capacidad de guionistas, directores y actores que nos enfrentan a situaciones no tan inverosímiles como podría parecer, sino porque me genera muchas preguntas: ¿Eso que acabo de ver está dentro de lo tolerable?

Y cuando digo tolerable no quiero entrar a valorar lo que la moral de cada cual permite. Todos sabemos que muchos son de moral distraída. Mientras, otros no son capaces de aceptar nada que se salga del patrón establecido. Cuando hablo de tolerable, me refiero a lo más profundo de nuestro ser. A lo que nuestra capacidad como seres humanos nos permitiría sin sumirnos en profundas depresiones, insatisfacciones, decepciones y, definitivamente, tristeza.
Los avances tecnológicos suponen un salto cualitativo en nuestra calidad de vida. El acceso a Internet, las redes sociales, la conectividad, la comunicación bidireccional… Todo ello ha supuesto una nueva forma de entender el mundo y de mirar lo que tenemos a nuestro alrededor. Porque sí, tengo que decirte algo que quizás hayas olvidado: el mundo es eso que está detrás de la pantalla de tu móvil.
¿El progreso va a llegar?
Black Mirror nos sitúa ante un contexto más avanzado que el actual tecnológicamente en el que el ser humano ya no se sitúa en el centro, sino que es precisamente la tecnología (en múltiples formas según el capítulo) quien se ha apoderado de nuestras vidas.
«En este mundo en el que vivimos tan a lo nuestro, a veces es difícil olvidarse de lo que es real». Black Mirror 01×03.
Sin ánimo de hacerte ningún spoiler, por si aún no has visto la ¿ficción?, hay ciertas situaciones que se plantean que generan, al menos en mi caso, ansiedad. Desde el uso indiscriminado del móvil y las redes sociales hasta la extorsión o la utilización de nuevos elementos tecnológicos para matar y condenar. Son muchas y muy distintas las coyunturas a las que nos enfrentan los creadores de Black Mirror. Y, unas veces con más acierto y otras con menos, han logrado que tenga un nudo en el estómago y me sienta abrumada ante lo que podría ocurrir.
¿Realidad o ficción?
Hay muchos escépticos que opinan que esto no es más que una serie y que no vamos a llegar a experimentar este tipo de vivencias. ¿De verdad? No sé si el guión que nos tocará vivir en nuestra realidad tendrá las mismas frases que la serie de Netflix, por aquello del copyright, pero de lo que estoy segura es de que no será muy distinto. Quizás no sea mañana ni en un año, pero hay ciertas cosas que ya están empezando a ser más que probables. ¿O acaso no son muchos los que han visto una caricatura de ellos mismos en la protagonista del primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror? Seguro que sí.
Mientras llega el progreso, sería bueno que nos preguntáramos cuál va a ser el punto en el que marquemos la línea roja. ¿Cuál va a ser el punto de no retorno? Se abren nuevas vías que darán lugar a nuevas vidas. ¿Cuál va a ser nuestro papel en los próximos años? Sé que quizás es todo demasiado profundo para ser el producto de una ficción de televisión, pero creo que dadas las circunstancias más allá de la propia serie, la realidad nos está marcando un camino del que surgen muchos interrogantes. No dudes en dar tus respuestas en los comentarios más abajo y compartir si te ha gustado… y es que quien escribe, por mucha declaración de buenas intenciones, también forma parte de esta loca necesidad de interacción.
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